13.3.07

Inmigración: ¿dónde está el peligro?. Alain Touraine

Aguest ei un article d'0pinion deth sociològ Alain Touraine publicat en diari El País, eth 24/02/07

Los acontecimientos de los últimos tiempos en España han reavivado en toda
Europa el debate sobre la inmigración. En este tema tan amplio, no podemos
aferrarnos ni al miedo ni a los buenos sentimientos. ¿Es posible extraer una idea
clara de todos los debates actuales? Creo que sí, y voy a expresarla de la manera
más sencilla posible: no existe problema de integración de los inmigrantes (o
equivalente), pero sí resistencias y rechazos por parte de la población
circundante. Por consiguiente, el esfuerzo debe hacerse en este segundo aspecto,
y no en el primero.
En la situación actual hay una primera observación casi obligatoria. Decenas de
millones de hispanos -mexicanos, centroamericanos, colombianos, dominicanos
y otros- entran en Estados Unidos, muchos de forma clandestina, y el resultado
es extraordinario: esos millones de inmigrantes crean o encuentran trabajo y
alcanzan unos ingresos que ya son equiparables a los de los afroamericanos. Es
cierto que algunos políticos e intelectuales temen que EE UU acabe "colonizado"
por los hispanos y que el español termine siendo lengua oficial, al mismo nivel
que el inglés. Samuel Huntington ha tocado a rebato para despertar a unos
estadounidenses, que, en realidad, no se sienten amenazados. Los recién
llegados no son invasores, pero son tan numerosos que suscitan una pregunta:
¿serán simplemente estadounidenses de origen mexicano, si situarán en una
categoría intermedia o desarrollarán esa "cultura de la frontera" de la que tanto
hablan los sociólogos de Tijuana? Pasemos por alto lo más básico: esos
inmigrantes son ante todo emigrantes que se marchan de su país con el fin de
encontrar en otra parte trabajo para ellos y sus familias.
¿Tenemos en Europa una opinión pública movilizada a propósito de la
inmigración masiva hacia Italia y España? ¿Tenemos todos miedo de que nos
invadan los habitantes de la antigua Europa del Este, incluidos los gitanos?
Porque tampoco en este caso han desencadenado las inmigraciones masivas
ninguna crisis grave.
Francia es un caso particular. Se trata de un viejo país de inmigración, sobre
todo en la primera mitad del siglo XX. Pero ya hace unos años que Francia
empezó a cerrar sus fronteras. Actualmente, Francia es el país en el que la
llegada de inmigrantes es más reducida, pese a las cifras extravagantes y sin
base alguna que hablan de una masa inmensa de inmigrantes sin
documentación. Lo que sí es cierto es que, según los sondeos, los franceses
tienen miedo al futuro, y eso ayuda a explicar su voto negativo sobre el proyecto
de Constitución Europea. Todo lo que llega del exterior es una amenaza, y ese
sentimiento ha hinchado el electorado del Frente Nacional, un movimiento
importante, duradero y que en 2002 llegó a la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales francesas. Sin embargo, los hombres y mujeres a los que así se
rechaza están, en su mayor parte, integrados.
Ese miedo no está dirigido contra los inmigrantes. Muchas veces se oye hablar
del índice de natalidad de los inmigrantes, tan superior al de los europeos que,
en algunas ciudades y algunos barrios, su proporción respecto a la población
general está aumentando a toda velocidad. Pero también en este sentido los
demógrafos -especialmente, en Francia, a través del excelente estudio publicado
recientemente por el Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED)- han
demostrado que esa idea es falsa. En general, no es la inmigración lo que explica
el alto índice de natalidad en Francia, muy superior al de los países vecinos.
Estas referencias son demasiado rápidas, pero ofrecen unos resultados tan
contundentes que es preciso aceptarlas. Sobre todo porque los europeos cada
vez se muestran más pesimistas sobre su futuro, y de ahí, por ejemplo, su terror
a la deslocalización masiva de las actividades industriales, que, en realidad, no
ha alcanzado todavía un nivel digno de alarma. El empuje de los movimientos
nacionales populistas de extrema derecha, que están penetrando también en la
extrema izquierda, procede de esa inquietud, que no deja de ser razonable.
Europa se amplía, incorpora a países con un nivel de vida muy inferior al de
Europa occidental y, al mismo tiempo, no sabe dotarse de mejores instituciones
ni manifiesta una voluntad de tener grandes ambiciones, es decir, de intervenir
en los asuntos mundiales, de forma que el gigante económico europeo sigue
siendo un enano político.
Pero, cuidado, un error de juicio puede tener consecuencias desastrosas. Lo
hemos visto en Francia, donde la densidad de población extranjera es hoy
menor que en muchos otros países. Aun si se tiene en cuenta la concentración
de extranjeros en ciertas áreas, lo que la sociedad francesa achaca a los
inmigrantes es su propia debilidad, y esa falsa interpretación hace que sea
todavía más difícil abordar los verdaderos problemas.
España debe apresurarse a comprender lo peligroso que es sentirse más
amenazado de lo que se está en realidad. Un peligro que hasta ahora ha estado
contenido y quizá sea posible todavía parar, pero con la condición de no
perderse en el debate sobre la diferencia, sino, por el contrario, devolver a los
españoles y a todos los europeos la confianza sobre la posibilidad de asumir
mayores responsabilidades en el mundo. Es la mejor manera de impedir que los
poor whites que son los que más temen a los inmigrantes, logren reunir a un
número cada vez mayor de gente que vive con dificultad las transformaciones
actuales.

Alain Touraine ei sociològ e director der Institut d'Estudis Superiors de París.